Tres Repúblicas y dos efemérides*

 

Juan Daniel Balcácer

Desde que el de febrero de 1844 fue proclamado el Estado dominicano, «libre e independiente de toda dominación extranjera», bajo el nombre de República Dominicana, el legislador dominicano consagró en nuestra Carta Magna que cada aniversario de ese memorable acontecimiento sería considerado “día de fiesta nacional”.

La República creada por los trinitarios desapareció a partir del 18 de marzo de 1861 cuando el general Pedro Santana declaró la anexión de Santo Domingo a España. Consecuencia de ese proceder inconsulto nuestra soberanía se desvaneció y los dominicanos, bajo la modalidad de provincia ultramarina de la antigua Madre Patria, pasamos a ser gobernados por extranjeros. El Estado dominicano, pues, o su expresión jurídico-política, la República Dominicana, desapareció en 1861 para reaparecer dos años después por obra de los patriotas dominicanos —integrados por la gran mayoría del pueblo—, quienes el 16 de agosto de 1863 iniciaron una guerra de liberación nacional que culminó triunfante el 12 de julio de 1865, cuando las tropas españolas abandonaron Santo Domingo.

Con posterioridad a la Guerra de la Restauración —que el Maestro Hostos consideraba nuestra auténtica independencia—, el constituyente dominicano, consciente de la magnitud y trascendencia continental de la revolución restauradora, hizo consagrar en la Reforma Constitucional de 1866 que el 16 de Agosto —en adición al 27 de Febrero— también era «día de fiesta nacional”. A partir de entonces dentro de las Disposiciones Generales que contiene nuestra Constitución (Ver Artículo 98 de la Constitución de 1966, que está en vigor), se lee: «Los días 27 de Febrero y 16 de Agosto, aniversarios de la Independencia y la Restauración de la República, respectivamente, son de Fiesta Nacional».

Cualquier persona familiarizada con el estudio de la historia dominicana podrá advertir que diferentes textos de Historia Patria, con los cuales se han formado diversas generaciones, presentan una división periódica del acontecer político, social y económico de la nación. En los referidos textos, en cuanto atañe a nuestra vida republicana, algunos autores han preferido la siguiente división: Primera República, que transcurre desde 1844 hasta 1861; Segunda República, lapso comprendido entre el 1865 y el año 1916, cuando nuestro país fue ocupado militarmente por la Infantería de Marina de los Estados Unidos de Norteamérica; y, finalmente, Tercera República, período que tiene lugar desde el 12 de julio de 1924, cuando los interventores norteamericanos abandonaron Santo Domingo, hasta la época actual.

Hay quienes sostienen que es innecesario hablar de «tres repúblicas», porque en realidad sólo ha existido una sola, la del 27 de Febrero de 1844. En cierto sentido tal razonamiento, además de lógico, es histórico y exacto. Sin embargo, debido a lo accidentado de nuestro devenir histórico y, sobre todo, a las interrupciones institucionales que hemos padecido, consecuencia fundamentalmente de la injerencia de potencias extranjeras en nuestros asuntos internos, es preciso, incluso para facilitar una mejor comprensión de esos fenómenos sociales, que hablemos de una Primera República, una Segunda República y otra Tercera República.

¿Por qué? «Porque —según el historiador Pedro Troncoso Sánchez— en nuestra accidentada vida republicana hemos tenido dos momentos en que se ha interrumpido institucionalmente la República.

«Fueron dos momentos de solución de continuidad, dos hiatos, en la vida de la República: de 1861 a 1863 y de 1916 a 1924. De hecho, o de jure, como pudiera afirmarse respecto de la primera interrupción, dejó de haber un gobierno dominicano, formado por dominicanos, para estar constituido por extranjeros que se subrogaron en la soberanía dominicana. En 1965 hubo un desembarco de tropas extranjeras pero en ningún momento dejó de haber gobierno dominicano».

«De modo que existiendo esos dos hiatos en nuestra vida republicana es forzoso denominar de alguna manera los tres períodos divididos por esos dos hiatos» (Ver: «En el 50 Aniversario de la Reinstalación del Gobierno Nacional», Clío, 1974).

Transcurridos los ocho años de eclipse de nuestra soberanía nacional, durante el interregno 1916-1924 —del cual según el doctor Américo Lugo los dominicanos salimos «sin un solo hueso sano»—, la bandera de los Estados Unidos fue arriada el 12 de julio de 1924 de la Torre del Homenaje y de las oficinas públicas en todo el país, y en su lugar fue izada la gloriosa bandera tricolor de los trinitarios, fundadores de la República de Febrero.

Ese día, además, se instalaba el gobierno constitucional, que presidiría el general Horacio Vásquez, ganador de los comicios generales celebrados en el mes de marzo. Apenas cuatro días antes, el presidente provisional de la República, don Juan Bautista Vicini Burgos, emitió el Decreto No. 246 que declaraba día festivo el 12 de julio de 1924, así como el día anterior, “con motivo de los diferentes actos que se celebrarán en ocasión de la instalación del Gobierno Constitucional de la República”.

En ese mismo año el gobierno del general Horacio Vásquez promovió una reforma a nuestra Carta Magna, pero el legislador no declaró «día de fiesta nacional» el 12 de julio de 1924, sino que se limitó a consignar que el 27 de Febrero y el 16 de Agosto, eran los «únicos días de fiesta nacional». ¿Qué ocurrió? ¿Acaso no se quería herir susceptibilidades en la Administración republicana de Warren Harding, festejando como efemérides independista el día de la retirada definitiva de las tropas militares de nuestro país? ¿O el culto desmedido al caudillismo impidió que se le confiriera al 12 de julio de 1924 la categoría de «día de júbilo nacional» y a su principal propulsor, el licenciado Francisco J. Peynado, el reconocimiento de su condición de Prócer de la Tercera República?

Se trata de meras conjeturas e interrogantes. Pero lo cierto es que los dominicanos, al referir nuestro acontecer republicano hablamos de la Primera República (1844-1865); la Segunda República (1865-1916); y de la Tercera República (1924 hasta el presente). De las dos primeras Repúblicas en nuestro país, por mandato constitucional, el 27 de Febrero y el 16 de Agosto se celebran como «día de fiesta nacional». ¿Qué ocurrió con el 12 de Julio de 1924? La fecha, sin duda, ha sido relegada al olvido. Mientras, los estudiosos de nuestra historia se encuentran con esta incongruencia: que los dominicanos tenemos «tres Repúblicas», pero solamente celebramos las fechas conmemorativas de dos de ellas. ¿Qué sucedió con la fecha que rememora el nacimiento de la Tercera República? Me permito presentar el tema para la reflexión particular de cada lector…

(*) Originalmente publicado en El Siglo, el miércoles 4 de mayo de 1994.

 

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